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El triángulo del fraude: El modo de comportamiento clave

Posted in Gestión del riesgo de fraude on abril 17, 2024
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El triángulo del fraude sirve como una herramienta convincente para diseccionar las complejidades del fraude al centrarse en tres componentes críticos: motivación, oportunidad y racionalización. Al reconocer el espectro de posibles estafadores y las circunstancias que conducen a justificaciones de actos deshonestos, este modelo ofrece una visión profunda de los factores psicológicos y circunstanciales detrás del comportamiento fraudulento.

Hace hincapié en el papel crucial de los controles internos sólidos dentro de las organizaciones en la prevención del fraude, lo que ilustra la importancia de cerrar las lagunas que de otro modo podrían explotarse. Esencialmente, el Triángulo del Fraude actúa como un espejo que refleja los complejos elementos humanos detrás de la deshonestidad, proporcionando así una hoja de ruta para las estrategias de prevención del fraude.

El TriáNgulo Del Fraude

¿Qué es el triángulo del fraude?

El triángulo del fraude es un marco que se utiliza para explicar por qué alguien decide cometer un fraude. El fraude se define como un engaño intencionado perpetrado por un empleado o una organización para obtener un beneficio personal.

Es necesario tener en cuenta los siguientes factores:

  • la motivación de los posibles defraudadores y las condiciones en las que racionalizan su comportamiento,
  • oportunidades disponibles para cometer los fraudes,
  • capacidad técnica y de poder de los defraudadores,
  • el riesgo previsto de que se descubra la actividad fraudulenta después de haberla realizado, y
  • las consecuencias del descubrimiento del fraude, como las sanciones y los castigos.

El Triángulo del Fraude es un modelo que reúne varios de estos aspectos. El modelo nos dice que el fraude suele ser el resultado de una combinación de tres factores, que son:

  • motivación,
  • oportunidad, y
  • racionalización.

Los estafadores pueden ser profesionales u oportunistas. Pueden estar motivados para cometer un fraude en el lugar de trabajo con el fin de satisfacer sus necesidades y deseos económicos, o se les puede ofrecer una oportunidad, que aprovechan y obtienen beneficios personales. Algunos de los defraudadores racionalizan las actividades fraudulentas.

A continuación se exponen los componentes del triángulo del fraude analizados.

El TriáNgulo Del Fraude

Motivación

La motivación se basa en la codicia o en la necesidad del defraudador. La codicia sigue siendo la principal causa de fraude en muchos países y jurisdicciones. Muchas personas se enfrentan o tienen la oportunidad de cometer un fraude.

La personalidad, los conocimientos y el temperamento del defraudador les permiten cometer los fraudes con confianza, y no son personas asustadas. También existe la posibilidad de que personas buenas caigan en la mala compañía de los delincuentes que les hacen cometer los fraudes en los lugares de trabajo o en las empresas donde estas personas buenas están empleadas.

Por ejemplo, un empleado del banco puede ser utilizado por el delincuente para transferir el dinero de un lugar a otro mediante la apertura de una cuenta en el banco sin la debida diligencia del delincuente.

Oportunidad

El fraude suele producirse en las empresas en las que hay un sistema débil de controles internos y se aplican medidas de seguridad deficientes. Los defraudadores se aprovechan del débil sistema de control interno y cometen las actividades para obtener beneficios.

El establecimiento de controles internos sólidos es responsabilidad del consejo de administración y de la alta dirección de la empresa. Sin procesos y controles apropiados y sólidos, las operaciones de la empresa u organizaciones pueden no funcionar, causando diversas pérdidas a la empresa, como pérdidas operativas, de reputación y financieras. La situación financiera de la empresa se deteriora si no hay controles internos adecuados.

Un sistema de control interno débil significa una estructura de gobierno débil y políticas y procesos deficientes. Debido a la debilidad del sistema de control interno, la organización está expuesta a varios tipos de riesgos como:

  • Riesgo financiero,
  • Riesgo de reputación,
  • Riesgo operacional,
  • Riesgo legal,
  • Riesgo normativo, y
  • Riesgo estratégico.

Racionalización

Varias personas obedecen las leyes y reglamentos del país porque creen que el cumplimiento de las leyes y reglamentos es su principal responsabilidad. Este tipo de personas temen quedar expuestas si se les encuentra en alguna actividad ilegal o en el incumplimiento de alguna ley o reglamento.

Sin embargo, algunas personas pueden racionalizar los actos y acciones fraudulentas como:

  • necesario – especialmente cuando se hace para el negocio,
  • inofensivo, porque la víctima es lo suficientemente grande como para absorber el impacto, o
  • justificado – porque «la víctima se lo merecía» o «porque fui maltratado».

Reflexiones finales

El modelo del Triángulo del Fraude disecciona elocuentemente la naturaleza compleja del fraude, delineándolo en tres componentes entrelazados: motivación, oportunidad y racionalización. Reconoce el espectro diverso de posibles estafadores, desde oportunistas hasta profesionales, así como las circunstancias bajo las cuales pueden justificar el comportamiento fraudulento. Este marco subraya la importancia de comprender la perspectiva subjetiva del individuo, iluminando los factores psicológicos y ambientales que pueden fomentar el engaño.

Se presta especial atención a los controles internos de la organización, o a la falta de ellos, haciendo hincapié en su papel fundamental en la prestación o mitigación de oportunidades de fraude. En última instancia, el Triángulo del Fraude nos desafía a considerar los elementos humanos que permiten la deshonestidad y ofrece un punto de partida integral para desarrollar estrategias preventivas.